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Después de Mendoza y de San Juan, La Rioja es la tercera provincia que más litros de vino produce en la Argentina. La mayor parte de su superficie cultivada se encuentra en los Valles de Famatina, un oasis productivo de clima caluroso y pocas lluvias que corre entre las Sierras de Velasco y de Famatina, al oeste de la provincia.

Pero otros valles riojanos –como Aminga, Angulos o Chañarmuyo– también aportan sus identidades a la diversidad creciente que exhibe el vino de esta zona con una larga historia asociada a la vitivinicultura.

Fuente: mrvinos.com

Estructura media y acidez de moderada a baja solía ser lo habitual en estos vinos, aunque la búsqueda de un momento más temprano de cosecha ha sido crucial en dotar de frescura a estos vinos.

De hecho, en el último tiempo, bodegas mendocinas comenzaron a explorar la región para abastecerse de algunas uvas premium. Con buena concentración en tintos, los valles cordilleranos aportan frescura y una cosecha diferenciada en tiempo de Mendoza. Eso, sumado a un paisaje dramático, como es la Sierra de Famatina -con sus nieves eternas de 6070 metros o las gargantas de arenisca del Parque Nacional Talampaya, entre otros- confieren a La Rioja un paisaje vitícola único.

Como en casi toda la Cordillera, la altura es el factor determinante a la hora de hacer vinos. Más en La Rioja, cuya latitud es relativamente baja (29° 14’ para Chilecito). Ejemplo de la variedad de terruños lo aportan las alturas a las que están plantados los viñedos, que van desde los 900 metros sobre el nivel del mar del Valle de Chilecito, en Famatina, a los 1400 del Valle de Aminga o a los 1850 en Angulos, justo antes de los 1650 en el Valle de Chañarmuyo.

Fuente: Wines of Argentina

Explorar esa diversidad ha sido un elemento clave para el desarrollo de vinos con distintas identidades.

Como hemos mencionado al principio, el Torrontés Riojano es la variedad estrella de esta provincia. Al azahar y las rosas, se suman trazos de frutas que pican entre las tropicales y las cítricas.

Los tintos riojanos están dominados por Malbec y Cabernet Sauvignon, seguidos de cerca por Bonarda y Syrah. También es posible encontrar vinos de otras variedades tintas no tan asociadas en el imaginario con La Rioja, como Tannat o Cabernet Franc, vinificados como varietales o como componentes de vinos de corte. Y lo mismo puede decirse de las variedades blancas.


Fuente: Wines of Argentina